La Federación Antipiratería: más de 30 años de defensa de la propiedad intelectual

La Federación Antipiratería: más de 30 años de defensa de la propiedad intelectual

La piratería es uno de los mayores problemas a los que se ha enfrentado la era de Internet. Con la intención de poder regular todas las descargas ilegales y las copias ilícitas de diferentes obras, en 1982 nació el organismo FAP (Federación Antipiratería) gracias a la colaboración de varias entidades como la Asociación de Distribuidores e Importadores Cinematográficos y la Asociación Videográfica Española. Sus esfuerzos se centraban en el objetivo de concienciar tanto a las autoridades como a la población sobre la gravedad del problema emergente.

Para ello, la intención de la FAP fue promover una legislación adecuada para proteger la propiedad intelectual de las obras audiovisuales, instando a la aplicación de dichas leyes y a la imposición de las sanciones que fueran precisas para frenar la sangría de copias y descargas ilegales. Tras más de 30 años de lucha, en 2018 echaba el cierre ante la falta de clientes que solicitaran su servicio.

El “top manta”, primer gran enemigo de la FAP

Antes de la irrupción de internet en todas las casas de España, la piratería ya era un problema de primer grado para la Federación Antipiratería. Las copias de obras audiovisuales, principalmente del cine y la música, atentaban seriamente contra la propiedad intelectual de sus autores y el organismo comenzó una férrea batalla para concienciar a la sociedad y condenar ante las autoridades por una práctica cada vez más habitual.

Su primera gran piedra en el camino fue la acción del “top manta”, cuyo consumo de obras ilegales comenzó a aumentar de manera considerable hasta la década de los 2000. De hecho, las medidas tomadas por la FAP consiguieron que, a partir de 2006, disminuyera la actividad gracias a la aplicación de las leyes y la presión policial para perseguir a los autores de esta ocupación. Así, la policía consiguió desmantelar más de 2000 equipos destinados a las copias ilegales.

Unión a aDeSe para la regulación de los videojuegos

Con la aparición de un mercado tan importante como el de los videojuegos, la FAP se unió a aDeSe en 1998 para poder luchar por la propiedad intelectual de las videoconsolas y sus títulos. Desde ese momento, la industria del ocio interactivo se unió a la aplicación de las leyes para proteger la propiedad intelectual de sus obras. Con esta adhesión surgió un nuevo problema para la FAP y el resto de organismos: los chips que modificaban los sistemas de entretenimiento.

Tras presentar diversos recursos, tanto aDeSe como la FAP sufrieron varios varapalos, considerándose estos chips como legales por las Audiencias Provinciales. Esto, según la FAP, ocurría debido a que la protección de la propiedad intelectual no era una prioridad en aquellos momentos y a la confusión derivada por una falta de unidad de opiniones respecto a este asunto, tal y como esgrimía José Manuel Tourné, presidente del organismo. Años más tarde se conseguiría regular este tipo de actividades y penalizarlas con sentencias que obligaron al cierre de comercios y portales que se dedicaban a la modificación de videoconsolas y a las copias ilegales de sus juegos.

Los portales de descargas en internet y el cese de la actividad

Con la aparición de múltiples portales en la red que permitían el acceso a enlaces y descargas ilegales de cine, series, música y videojuegos, la lucha se intensificó para seguir combatiendo la piratería, con lo que muchos organismos se unieron contra esta práctica. De este modo, el protagonismo de la FAP fue disminuyendo hasta el punto de disolverse en 2018 por la falta de clientes que solicitaran sus servicios. Paradójicamente, su cierre se produjo en paralelo con una de las operaciones policías más importantes para certificar el cierre de portales webs piratas muy solicitados en nuestro país.

Tras promover diversos cambios en las leyes españolas y la protección de la propiedad intelectual, la Federación Antipiratería cerraba sus puertas con un balance positivo y con buena parte del objetivo cumplido tras una lucha de más de treinta años en favor de los derechos de autor.

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